Creado en 2013 por la productora holandesa “Il Lustern”, este
cortometraje de animación cuenta una historia sencilla con la que seguro
que te identificarás, ya sea por tu momento presente o por alguno
pasado.
Nuestro personaje es un joven trompetista que toca en la calle y alegra el paso de la gente que camina a su alrededor. Todo parece ser feliz en su día a día hasta que descubre algo que hará tambalear su equilibrio anímico: su pareja, de la que está intensamente enamorado, le ha abandonado por otra persona.
Entonces, la música, los colores y la expresión del músico se conjugan para crear un ambiente triste y melancólico acorde a sus sentimientos.
Hacia la mitad de nuestro corto observarás cómo el personaje no puede sentirse peor y no consigue que nada le salga bien: le faltan ganas y energía. Sin embargo, tal y como ocurre en la vida real, algo le ayudará a salir a flote y continuar: la aceptación del duelo y su superación.
Así, tras pasar por lugares inhóspitos y encontrarse con otras personas que se sienten de la misma manera que él, consigue darse cuenta de que abandonarse a sí mismo no le conduce a ningún lugar: aunque su diablillo ya es más grande que su persona, afronta la adversidad y comienza a ser el gran trompetista feliz que era al inicio.
Nuestro personaje es un joven trompetista que toca en la calle y alegra el paso de la gente que camina a su alrededor. Todo parece ser feliz en su día a día hasta que descubre algo que hará tambalear su equilibrio anímico: su pareja, de la que está intensamente enamorado, le ha abandonado por otra persona.
Entonces, la música, los colores y la expresión del músico se conjugan para crear un ambiente triste y melancólico acorde a sus sentimientos.
Hacia la mitad de nuestro corto observarás cómo el personaje no puede sentirse peor y no consigue que nada le salga bien: le faltan ganas y energía. Sin embargo, tal y como ocurre en la vida real, algo le ayudará a salir a flote y continuar: la aceptación del duelo y su superación.
Así, tras pasar por lugares inhóspitos y encontrarse con otras personas que se sienten de la misma manera que él, consigue darse cuenta de que abandonarse a sí mismo no le conduce a ningún lugar: aunque su diablillo ya es más grande que su persona, afronta la adversidad y comienza a ser el gran trompetista feliz que era al inicio.
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